Artista visual, Doctor en filosofía con mención en estética. Ha realizado trabajos en fotografía, video e instalaciones en base a programas que procesan, analizan y generan texto a través de búsquedas en internet en formatos instalativos. La temática de sus trabajos gira en cuestiones relacionadas a los imaginarios políticos sociales y las tecnologías de representación alusivas al lenguaje y la imagen.
Descríbenos tu práctica artística
Mi práctica artística es muy heterogénea. Si tuviera que destacar algo práctico, diría que conserva ciertos rasgos del conceptualismo lingüístico o de artistas aledaños a él como Sol LeWitt que acuñó la famosa frase “the idea becomes the machine that makes the art” (que en el fondo es parecido a decir ready made). Muchas obras de LeWitt son instrucciones, es decir, algoritmos. Esto es paradójico, porque por otro lado mi trabajo es muy apegado a la materia y a las materialidades.
Me gusta el óxido, las entrañas electrónicas, la materialidad de los andamios que usé en mis dos obras Máquina Cóndor (2006-en proceso) y Máquina de Coser (2009-en proceso), un experimento de Inteligencia Artificial en forma de chat que aprende y modifica su comportamiento lingüístico de acuerdo al uso que el público le da.
Del otro lado, tenemos varios trabajos, principalmente fotografías, videos, instalaciones y objetos encontrados. Ahí aparece un segundo elemento importante: la recolección. Soy un recolector.
Quisiera nombrar dos conceptos: barroco y neobarroco. El neobarroco es una de las pocas vanguardias nacidas en Latinoamérica. La mayoría de mis obras también son una relectura del barroco latinoamericano. Así se ve en la serie “La Revolución Silenciosa” (2001-2002) que reinterpretan la pintura de ángeles y arcángeles apócrifos en la América virreinal y “Los Coros Menores” (2010-2011) que yuxtaponen las múltiples referencias culturales que hay en los trajes de los danzantes de Oruro, El Alto y la Tirana a lo distópico de los basurales ilegales donde posan.
Otro asunto que me cautiva es el modo cómo se representó la Trinidad en el barroco latinoamericano como tres clones de Cristo (en realidad la estrategia se inventó en la Roma antigua y en la Grecia ortodoxa, pero se prohibió después del Concilio de Trento, en el Siglo XVI). En Latinoamérica sobrevivió hasta el Siglo XX (y en realidad hasta hoy, como se ve en los waqullus, unas especies de máscaras de lana que parecen un pasamontañas con tres caras y que son utilizadas por algunos danzantes en la fiesta de la Virgen del Carmen en los Andes, sobre todo en el Valle Sagrado del Departamento de Cusco, en el sur de Perú). Trato de entrar en relación con eso en mis obras “Locus Amoenus Trinitas” y “Locus Amoenus Babel Hrön”.
¿Cuáles son tus referentes artísticos más importantes y por qué?
Mis referencias son tan heterogéneas como mi práctica artística. Puede sonar estrambótico, pero mi primera referencia es mi hermano mayor desarmando un televisor para arreglarlo y mi segunda influencia el video Sehnsucht de Einstürzende Neubauten, donde aparecen varios televisores destripados. Eso pasó cuando era niño y vivía en Alemania. Lo vi antes de ver cualquier obra de Nam June Paik, una referencia obvia para mí.
En un sentido más estricto y menos autobiográfico, mis referencias se extienden desde lo que se conoce como Real time networked art installations hasta los pintores anónimos del barroco latinoamericano y la poesía de Góngora.
Otra influencia importante para mi trabajo Máquina Cóndor es la obra Zweistromland (Tierra de los dos ríos) de Anselm Kiefer.
La referencia de las instalaciones conectadas a internet, tiene que ver con obras que funcionan acoplándose a la red y siendo alimentadas por los datos que recolectan para elaborar un resultado. Es arte de algoritmos, es decir, arte de fórmula, pero online. Sin internet no pueden existir. Se apagarían o transformarían en meros simulacros, lo cual tampoco estaría mal. Son en tiempo real y a través de las redes planetarias informatizadas. Hay muchísimos ejemplos, pero hay una obra que fue bastante importante para mí: Poetry Machine (2001-2009) del escritor, filósofo y artista medial alemán David Link.
Tan importante y marcadora fue esa referencia que le dediqué una tesis doctoral (soy Doctor en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte). Ahí analizo diferencias y semejanzas de esa obra con mi trabajo Máquina de Coser. La tesis se encuentra disponible en mi sitio: www.demianschopf.cl.
¿Por qué esa atracción por internet? Por asuntos materiales desde la radio y la TV, la relación entre lo que sabemos que pasa y lo que efectivamente pasa (o dicen que pasa) es en tiempo real y a larga distancia. Se ve de inmediato, se escucha de inmediato. Veo de inmediato algo en Arauco o en Kabul. Puedo usar esos datos para hacer arte, conectándolos y haciéndolos interactuar. El tiempo se acelera. Las cosas se conectan. Son online. Caminan, abren puertas, conducen y matan. Hechos acaecidos en cualquier punto del planeta inciden en tiempo real en la prosa generada instantáneamente por esas estructuras complejas constituidas por los algoritmos de Máquina Cóndor y Máquina de Coser. Ambas son acopladas a los hechos del mundo. Nace una nueva estética tentacular de estructuras relacionales sobre la base de nodos que reaccionan en tiempo real a la contingencia del mundo, de sistemas complejos, de relaciones en tiempo real y de las redes planetarias interconectadas. Su medio son algoritmos informáticos acoplados a la www. El mundo al instante, y si se quiere con delay y muy bien guardado en Youtube y otros grandes centros de almacenamientos de datos donde nada se borra y cuyos tentáculos se extienden vía Wifi a la selfie que me acabo de tomar sólo para escribirlo aquí. Es algo históricamente inédito.
Pieter Hugo, otro habitante de esta época tan distópica, también es importante, sobre todo sus series The Hyena and other Man y Permanent Error.
Remito a una última referencia. La descubrí hace un año. Hace más de un siglo Kafka imaginó una colonia penitenciaria donde una máquina le tatuaba sus condenas a los prisioneros que se desangraban lentamente hasta morir (el título del relato es “En la Colonia Penitenciaria”). Pero lo más aterrador no era eso. Todo acusado era declarado culpable a priori por el sólo hecho de ser imputado. Resulta tan difícil desoír los actuales linchamientos en redes sociales como olvidar que para Kafka ese Gran hermano, representado por la máquina y su entusiasta operario, no es ningún engendro del Estado moderno, sino un sujeto atávico existente desde tiempos inmemoriales.
¿Cómo han influido en tus procesos creativos y en tus obras?
Han influido muchísimo. En el caso de Link – que ha realizado colaboraciones musicales con uno de los integrantes de Einstürzende Neubauten– fue como una revelación, ya que esa clase de obras, por descabellado que suene, parecieran estar vivas: respiran, cambian, se mueven y reaccionan a su entorno. Son como animales virtuales.
Acá debo nombrar a otra persona: el teórico de los medios alemán Siegfried Zielinski, que fue profesor mío en la Kunsthochschule für Medien-Köln, en Colonia, Alemania, entre 2002 y 2004. Zielinski me presentó a Link, que en ese entonces lo tenía por director de tesis. La influencia de Kiefer es quizás la menos nombrada, porque es soterrada, más acá de la lengua. Se expresa en el gusto por la corrosión, el óxido, los basurales y los paisajes devastados.
Otras obras de Demian Schopf:
Retrato del artista: Ramón Aldunate