Si queremos una sociedad en equilibrio, debemos invertir en nuestra cultura país.

septiembre 24, 2020 Por antenna

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Elisa Ibáñez es co-fundadora de Antenna, una plataforma de gestión artística y comunidad filantrópica, que funciona en colaboraciones con diversos agentes sociales para diseñar e implementar proyectos que expandan las artes y enriquezcan la cultura. Bajo este novedoso modelo, Elisa considera que posible la autoeducación por medio de las artes, las relaciones humanas y las nuevas experiencias. Entrevista para SHE IS MERCEDES

Si bien Chile puede haber relegado el tema del arte y la cultura a una segunda categoría, como país tenemos potencial para desarrollarlas y que sean efectivas en su misión de elevar el espíritu humano.

La diseñadora integral creó Antenna hace cinco años junto a Alfonso Díaz y Constanza Güell para contribuir con el desarrollo y la apreciación del arte en Chile.

“Ha sido un proceso muy interesante y enriquecedor porque diseñamos un modelo desde cero y lo implementamos con éxito en un contexto muy complejo como es una sociedad donde las artes se han considerado durante años como algo lejano y poco relevante. No solo logramos construir una comunidad filantrópica sino que también ser sustentables, generar vínculos estables con el estado, implementar un nuevo modelo de trabajo con las empresas y vincularnos con el mundo cultural”

“Tuvimos que botar muchos paradigmas, prejuicios y barreras para lograr todo esto, pero el modelo era tan claro y estábamos tan convencidos de su eficacia y la necesidad que existe en Chile de generar esta evolución cultural, que al poco tiempo ya estábamos andando a toda velocidad”.

Onda Cultura, tu proyecto más reciente, es una plataforma gratuita que funciona como agenda online con panoramas culturales en todo Chile, ¿cómo se relaciona con Antenna?

Antenna tiene como foco el desarrollo de las artes visuales y a eso nos hemos dedicado estos 5 años. Pero una vez que vimos que el modelo funcionaba y que habíamos generado nuevas herramientas y metodologías de gestión cultural, quisimos expandir nuestro alcance a todas las artes.

Onda es la frecuencia que emite la Antenna y es nuestro primer paso para convertirnos en una fundación medular que pueda beneficiar al ecosistema de las artes completo.  A través de Onda esperamos aumentar el interés de las personas en la cultura.

Para eso creamos una agenda online con panoramas culturales en todo Chile, proyecto que por el COVID dejamos en pausa, pero mientras, activamos nuestro canal de Instagram para visibilizar a creadores chilenos que quizás no tienen los medios para darse a conocer, y, sin embargo, reflejan la gran creatividad y pasión que existe en ellos por hacer las cosas bien y construir un mejor país.

A nivel personal, ¿cómo te cambió la experiencia con ambos proyectos?

La experiencia ha sido transformadora en todo sentido. En estos años he podido entender la magnitud de este mundo maravilloso y profundo. Los artistas son verdaderos visionarios y estar en contacto con ellos ha ampliado mi creatividad, mi inteligencia, mis niveles de empatía y conexión con los seres humanos en general.

Después de vivir estas experiencias estoy absolutamente convencida de que el arte y la cultura son las herramientas que hoy nos hacen falta.

Si bien ambos proyectos existen gracias a la filantropía, ¿Llegará el momento en que las artes y la cultura se sostengan por sí mismas?

Antenna es un ejemplo de cómo las artes pueden ser rentables y formar parte del sistema económico. Sin embargo, por un tema de origen, siempre van a estar ligadas a la participación de las personas. El arte y la cultura nacen en las personas, entonces para que se desarrollen y sean efectivas en su misión de elevar el espíritu humano, cada uno debe hacer su aporte, consumiendo cultura y apoyando filantrópicamente.

En cualquier país desarrollado podrás ver que la cultura es un eje central en la visión de largo plazo y que gran parte de su financiamiento viene de las personas y no necesariamente de los estados. Es por esto que para nosotros es tan relevante promover la filantropía cultural. 

¿Qué nos hace falta en Chile para que las artes sean más consumidas y valoradas?

Información, educación y participación en todo nivel. Por años el tema ha quedado relegado a una segunda categoría, pero si empezamos a hablar de ello, a explicar cómo funciona, a mostrar ejemplos concretos no tenemos dudas de que se activará un movimiento cultural muy potente.

Porque las personas están hambrientas de sentido y esto es algo que pudimos constatar en la comunidad, donde personas que por su situación social han tenido acceso y educación cultural, aun así, se han transformado al estar en contacto con las visiones y enseñanzas de los artistas.

En comparación con otros países de Latinoamérica, ¿cómo nos ves?

Estamos atrasados, pero tenemos potencial. Argentina, Colombia, Perú y Brasil tienen museos sólidos, coleccionistas comprometidos y escenas consolidadas dentro y fuera del país. Esto es resultado de una visión compartida y de un trabajo consistente de colaboración público privada en el largo plazo.

En Chile recién estamos superando el quiebre de confianza que se generó durante la dictadura y empezando a entender que si no nos unimos como escena es imposible avanzar. Pero una vez alineados, el avance será rápido y efectivo. 

¿Cómo proyectas los próximos años?

Acabamos de terminar nuestra estrategia para los próximos 10 años y pusimos foco en la educación y acceso. La idea es expandir nuestras metodologías y contenidos a diversas capas de la sociedad, colaborando con fundaciones y organismos que trabajan en Santiago y regiones. Los proyectos con empresas los estamos alineando con estos objetivos y todo nuestro quehacer se organizará en esa dirección.

Comenzaremos un trabajo intenso con el ecosistema para construir nuevos puentes y espacios de colaboración, difundir data y contenidos sobre el valor de las artes, implementar campañas de educación social y ser un acelerador para el desarrollo de un ecosistema cultural sano.

Y motivar a que más personas se involucren en el desarrollo de la cultura chilena. En ese sentido existe una gran deuda como sociedad. Todos queremos un país mejor, pero para que eso ocurra debemos actuar y no sólo opinar. 

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